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Proyecto Amigo| Iñaki García

En busca de la canción ideal

El amo del cortijo

Desde que me conozco he intentado hacer las cosas de manera creativa, desde un artículo importante hasta una felicitación de cumpleaños, he copiado estructuras de los más grandes y también de desconocidos en busca de retorcer las palabras de la manera adecuada para que la melodía, el continente y el contenido fuesen lo suficientemente potentes como para llegar al lector. Me paso horas, días y semanas en busca de la fórmula del Me Gusta, no de la gente, sino del mío propio, el más difícil de lograr de todos. He probado todo tipo de recetas y consejos, he usado estilos diferentes, métodos de trabajo de los más extraños, he escrito en todo tipo de contextos y he probado todo tipo de formatos y todavía no he llegado a una respuesta definitiva, pero que me ha hecho reflexionar bastante en porque escribo como escribo, porque soy como soy.

La educación es la clave de todo. No hay otro secreto. Dejemos a un lado la educación vital más importante que es la familiar e incluso la que se genera con las amistades –toda la gente te deja algo- y me gustaría centrarme en la académica. De la guardería no tengo recuerdos, de Primaria apenas de competiciones para recitar las tablas de multiplicar y de sentirme siempre a prueba con lo que aprendía. Sentar las bases eran como una competición en esa edad para mí, sin yo saberlo competía por saber más capitales que nadie, por descifrar cálculos mentales en tiempos de récord, por memorizar definiciones que más pronto que tarde olvidaría aunque acabaría interiorizando con la práctica. Mi naturaleza competitiva viene de ahí, de los profesores de Primaria y de mis primeros entrenadores de baloncesto,  personas que me enseñaron lo básico, lo necesario para sobrevivir en sociedad e inculcaron en mí el valor del esfuerzo para conseguir lo que buscaba.

La Secundaria fue otra historia. La ESO fue la etapa organizativa, la que te sitúa, la que te da un orden a todo. Comienzas a entender que todo lo que te habían enseñado como base era solo eso, una base para entender el resto.  Empiezas a tener rutinas, descubres las consecuencias de lo que haces y de lo que no haces, te enseñan la importancia de seguir una agenda y comienzas a darte cuenta de cómo funciona el mundo, aunque todavía estás solamente en la superficie. Luego llega el Bachillerato y el mundo comienza a ser complejo, ya has hecho una primera elección en tu vida, en mi caso entre letras y números, toca empezar a descubrir que no hay blancos y negros. La vida no es Disney y detrás de una guerra siempre hay más de una causa, empiezas a saber que realmente no sabes nada, las preguntas dejan de ser simples y el sí o el no dejan de ser una opción, todo necesita un argumento, incluso cuando no lo pidan tú ya sabes que lo necesitas. El mundo tras esa etapa de conocimiento comienza a descifrarte, difícilmente saldrás del bachillerato sin una idea de cómo quieres ser, aunque todavía lo mejor está por llegar.

Debo reconocer que los profesores que de los que más aprendí son de Secundaria, sin embargo, nunca me conocí mejor que en la Universidad. No fue época fácil, hubo cambios de universidad, de amigos y de proyectos de por medio. Los dos primeros años me los tomé como la Primaria, sentar las bases lo antes posible, y creo que ahí quedó mi aprendizaje de periodismo. El cambio de la Universidad de Vic a Bellaterra no fue bueno a nivel académico, el aprendizaje en la UAB no estaba a la altura de lo que había hecho hasta el momento y los siguientes años hasta acabar la carrera fueron de autoaprendizaje: Inicié una web que duró tres años y ahí aprendí lo que necesitaba saber del periodismo académico. El resto no tuvo nada que ver con la carrera, aprendí a desaprender,  a ver los grises que tiempo atrás había reconocido por la ausencia de blanco o negro, a entender que el mundo es tan diferente como cada persona que lo habita y que por ello difícilmente podría realizar un artículo perfecto, mi gran obsesión. Sin embargo, todavía sigo buscando esa canción ideal para mí, ese artículo que tenga la melodía de mi esencia. Al fin y al cabo, esto de escribir no es más que otra manera de buscarse a uno mismo. Por el momento, solo quería agradecerle a todos aquellos docentes que me han enseñado desde que comencé a andar porque ahora gracias a ellos soy como soy.