El pasado viernes 19 de febrero falleció Umberto Eco, famoso por haber escrito la novela “El nombre de la rosa«, pero fue mucho más que eso. Aparte de escritor, Umberto Eco era filósofo y uno de los mayores expertos en semiótica del mundo, pero por encima de todo era un divulgador de conocimiento y un amante de la ciencia. En los próximos días le dedicaré otra pieza a Umberto Eco, pero en esta me gustaría centrarme en un único punto: Su visión de la escuela.
Eco fue educado por la escuela fascista en su niñez y de esas circunstancias de su vida sacó una conclusión a posteriori que le hizo ver que el conocimiento y la escuela estaban reñidos con la verdad y que para poder alcanzar había que pensar en el mensaje que daban en las escuelas sabiendo quien estaba tras el poder que regía dichos conocimientos.
En su infancia Umberto Eco pudo ver como el fascismo italiano mostraba un mapa europeo basado en buenos y malos donde los malos obviamente eran todos aquellos en contra de los italianos y para ello usaban la conspiración como arma arrojadiza: “Ellos (los fascitas) recurrían a una conspiración universal: los ingleses, los judios y los capitalistas estaban conspirando contra los pobres italianos. Para Hitler era lo mismo Y. Berlusconi se ha pasado todas sus campañas electorales hablando de la doble conspiración de los jueces y los comunistas«.
Al ver que ese control de la educación no ha cambiado con el tiempo, donde el poder ha seguido transmitiendo su mensaje a través de la escuela, Umberto Eco presagió que el futuro de la escuela podría mejorar con este nuevo mundo tecnológico donde la información no es que haya cambiado de dueños pero sí que está al alcance de todos, y por ello Umberto Eco soñaba con otro tipo de educación. Una que dejara atrás el conocimiento teórico para poder darle una vuelta de tuerca a la manera en que aprendemos y acercarnos más a la comprensión y dejando atrás la memorización innecesaria. Para Umberto Eco el ‘cómo’ tenía que ganar importancia en la escuela por encima del ‘qué’. Falleció y seguramente no vio como esa escuela desarrollaba todo su potencial, sin embargo, el futuro del conocimiento no tiene porqué estar dominado por fascistas, las herramientas para una nueva escuela ya están sobre la mesa.
La escuela de Umberto Eco
“Su principal función hace años era dar muchas nociones básicas y teóricas: teoremas matemáticos, las guerras napoleónicas, etc. Hoy estas nociones se pueden obtener fácilmente a través de los medios de comunicación, y sobre todo de Internet, donde se encuentra prácticamente de todo. Otra cosa es poder discernir qué es verdad y qué no lo es. Por lo tanto, la escuela ha quedado liberada de esta función meramente teórica, y se podría centrar en enseñar la manera crítica de recoger información sobre Napoleón, o sobre las células madre. Una escuela así no es nada fácil, pero podría ayudar muchísimo al público a comprender la divulgación científica”.
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