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Proyecto Amigo| Iñaki García

La locura está bajo sospecha

Bob Marley y el fútbol

Tercera acepción de Locura en la Real Academia de la Lengua Española:

“Acción que, por su carácter anómalo, causa sorpresa.”

Planteo un debate. ¿El fútbol es más entretenido ahora o hace 20 años? Entretenido referente a que causa diversión para el espectador-aficionado y no entretenido de que es muy laborioso. Llega la hora del partido te sientas en tu butaca, sofá, silla o lo que quieras y cuándo te divertías más antes o ahora. Y hablo de fútbol, no hablo del circo que se ha montado alrededor con tertulias, lo que el ojo no ve, programas de humor, etc. Si no de lo que producen los futbolistas.

Cuando eres pequeño normalmente imitas a los que regatean, a los que inventan, a los que improvisan y te pasas horas y horas probando de hacer igual que tus ídolos la salsa, en fútbol esa salsa son los goles. De mayor aprendes a valorar más cosas, desde un planteamiento acertado por un entrenador, una estrategia bien ejecutada, un movimiento de un jugador hacia el vacío buscando la gloria y otros muchos placeres que se saborean bien una vez aprendidos. Sin embargo, nuestros instintos a la hora de ver un partido siguen buscando y gozando aquello que de pequeño soñábamos.

En general, esos sueños son los oooohhh del campo en la actualidad. La mayoría de veces excentricidades, virtudes o defectos, otras simplemente gol. Porque en ocasiones para levantar a la grada no hace falta mucho, una dosis de locura es suficiente.

Un jugador puede poseer diversos tipo de locura: La locura del jugador con una cabeza imprevisible, de esos que no se sabe en ningún qué va a hacer; la locura del mago del balón capaz inventar acciones impensables o la locura del agresivo. Lo excéntrico, lo espectacular y lo salvaje siempre nos ha llamado la atención y, no obstante, ahora parece que más que nunca eso se mira con lupa. Lo curioso es que el circo que hay montado entorno al fútbol se rige por esas tres premisas, pero ahora cada vez menos los excéntricos, espectaculares y salvajes son los futbolistas y cada vez más los periodistas, aficionadores, etc.

Volviendo al debate de lo entretenido del fútbol, ahora esos locos que cumplen sueños son cada vez menos. Los jugadores excéntricos son odiados, los espectaculares ven sus alas cortadas por sistemas de juego que premian el orden y los (jugadores) salvajes pueblan más las gradas que los terrenos de juego. Se evitan riesgos, todo el mundo guarda la compostura, no se saltan las reglas. ¿Podrían sobrevivir en nuestra actual liga futbolistas como Higuita, Mágico González o Goyo Benito?

Los excéntricos ya están muy vistos, hablamos de una sociedad en la que teñirse el pelo ya es algo habitual y ver frikis por la tele algo normal. Royston Drenthe, uno de esos locos, nadie se atreve a meterlo en plantilla porque él mismo no sabe contenerse ni dentro ni fuera del campo y claro, los excesos, ahora más que nunca, se pagan.

Los magos no gustan a los entrenadores. Para ganar un partido normalmente con el factor sorpresa hay más posibilidades, no obstante, ese factor está controlado. Lo minucioso del trabajo del técnico lleva a los jugadores por el plan fijado hasta las últimas consecuencias, luego gana quien tiene un mejor plan. No me extrañaría que implantasen los pinganillos dentro de poco, al estilo del ciclismo. Ante eso, la magia bajo control, para el bien del equipo. El hechizo de los Robinho, Ronaldinho o Denilson ya pasó a mejor vida. Hoy Thiago Alcántara o Neymar, por poner dos ejemplos, duermen con la crítica bajo la sábana.

Los agresivos ya no tienen lugar, aunque algunos han sabido adaptarse como Pepe o Marchena. Ambos criticadísimos, con razón normalmente, y con el san Benito de violentos. Sin querer defender este tipo de jugador y de locura, que sencillamente habría que eliminar por los peligros que conlleva, siempre ha sido parte de este espectáculo que es el fútbol, y vuelvo a repetir, el fútbol y no lo de fuera de él.

El sexo, el erotismo y la violencia son cosas castigadas por la sociedad, pese a que sea aquello que nos lleva al cine o a pasar horas delante de la televisión, los instintos animales cada vez son menores, somos civilizados, o creemos serlo, y este deporte pierde su ámbito de entretenimiento. Y cuidado, quizás ninguno de esos tres tipos de locura tenga defensa para los que hacen las plantillas ya que posiblemente tener un loco en el equipo sea peligroso para la imagen del equipo, para la calma en el vestuario o para la autoridad de los entrenadores, sin embargo, para el aficionado, el que aún sueña con ser niño, es el mayor gozo que este deporte nos puede brindar, elidiendo, sin duda, aquel que se consigue con un gol o un título, y es el reclamo que nos acerca al campo o a la televisión para ver a un equipo o jugador, que siendo bueno o no tiene ese aura de locura que nos engancha.