Café Zurich, cuatro de la tarde. La esquina más habitual de Barcelona para quedadas y reencuentros. Ahí me encontraba yo tomándome una Coca Cola Zero con mi jefe, el informático de uno de los lugares donde trabajo y un amigo asesor web y su hermano. La conversación buscaba puntos de encuentro para convertir una web de 14.000 visitas diarias en la quinta esencia de la productividad online, yo por mi parte tenía la cabeza en otra parte, como siempre, en mis cosas.
Desde el fondo del pozo…
El 2013 había sido un año pésimo, no encontré un curro cotizable en todo el año, me dejó mi novia después de tres años, físicamente estaba horrible y los dolores de rodilla de los casi 95 kilos que alcance en verano habían dejado secuelas. Incluso me había afectado a algo de eso que para mí era casi innato, escribir, y no fui capaz de completar ni una página desde septiembre hasta que acabó ese maldito 2013.
En septiembre, ya solo, decidí darle una vuelta a mi vida, había algo que no estaba funcionando. La visita a la doctora de familia me dio la noticia que esperaba para los dolores de rodilla: “Usted tiene sobrepeso, ya sabe lo que debe hacer”. Y efectivamente, lo sabía: Adelgazar. Así que empecé a cuidarme por lo físico.
Me propuse un reto: Bajar de 80 kilos antes de fin de año. No tardé en leer todo leíble de cómo hacer eso sin que me costara la salud y tomé nota de la hija de Punset en las comidas (apuntad todo lo que coméis y comeréis menos) y comencé a correr. Los inicios fueron horrorosos, ni dos kilómetros hacia y ya estaba andando, sin embargo, como buen cabezón la cosa fue mejorando y se comenzaron a ver los progresos.
El 31 de diciembre pesaba oficialmente 75,6 kilogramos. Había abandonado la condición de sobrepesado para convertirme en un tipo con un peso normal, del montón, de complexión delgada pese a medir 1,71. Los dolores habían cedido y mi mente había captado el mensaje: El esfuerzo da resultados y eres capaz de hacer lo que te propongas.
Hasta la superficie
Esa tarde de Coca Cola Zero en el Zurich me di cuenta cuál era el siguiente paso. El 2014 había comenzado inmejorable: curros nuevos y una renovada ilusión por lo nuevo. Tras mejorar lo físico tocaba buscar mejorar lo mental. Y en cuanto nos levantamos dispuestos a marcharnos mi cabeza ya estaba pensando en este nuevo proyecto que empiezo hoy. Obviamente no soy un bloguero top, todavía, pero había que engancharos a este texto de alguna manera. Todo se andará. Como podéis comprobar ya me vuelvo a acordar de cómo se escribía.
De esa tarde en mi mente se formó una idea: Quería promocionarme y a la vez hacer lo que más me gusta –periodismo- y promocionar a mis conocidos. Y mediante entrevistas ir conociendo todas esas cosas que no sabía de la gente con la que trato y, de paso, intentar que ellos consigan hacer ver a todos lo útil de sus trabajos. Inocente idea en una mente enferma como la mía no podía significar otra cosa que tirarse a la piscina y aquí estamos, sin bañador, preparados para lo que venga. ¿Te tiras conmigo?